Esta es una receta distinta para que puedan disfrutar en sus eventos. Se trata de unas sencillas albóndigas en salsa de lima que se pueden servir como aperitivo, entremés o acompañante. Con un toque de perejil y ajo.
Ingredientes
- Leche
- Misgas de pan duro
- Huevo
- Sal y pimienta negra
- Queso parmesano
- Perejil
- Carne
- Cebolla
- Ajo
- Tomate
- Oregano
- Albahaca
- Harina
- Aceite de Oliva
- Lima
Nutrición
- Calorías: 295
- Grasas: 17,2 g.
- Carbohidratos: 18,4 g.
- Proteinas: 17,9 g.
- Sodio: 615 g.
Historia
Cuenta la leyenda que el sultán Suleimán el Magnífico se dio un tremendo piño en los ídems tras caer de su caballo, quedando el pobre con muy pocos dientes. Su esposa Roxelana, para que su amorcito pudiera seguir gozando del cordero, ordenó que en palacio sólo se podría cocinar carne convenientemente triturada y los cocineros se pasaron años rellenando berenjenas, calabacines y sobre todo preparando köfte, que es el nombre turco para las albóndigas. Y es que nuestra palabra albóndiga procede del árabe al-bunduga (literalmente ‘la bola’). Ya en 1573 el historiador Luis de Mármol describe cómo en África “venden fideos, almojábanas y albóndigas hechas con carne picada con especias y fritas en aceite”. Claro que un plato universal suele tener padres universales, así que otras zonas del globo se atribuyen la invención de la albóndiga elemental, el concepto. Miren sino el caso del Señor Meng Bo, chino para más señas, al que allá por el s. XVII y coincidiendo con el declive de la dinastía Ming (sí, la de los jarrones) se encontró en la tesitura de tener a una anciana madre aficionadísima a la carne pero que debido a la edad había perdido el vigor de su dentadura. Con abnegado amor filial Meng Bo se dedicó a buscar una solución hasta que un día observó a sus vecinos machacar arroz glutinoso para preparar un pastel de arroz denso y pegajoso. Iluminado, procedió a machacar la carne hasta poder confeccionar pequeñas y esféricas bolas que su madre sí podía masticar. Aunque la albóndiga actual, tal y como la conocemos, tiene sin duda origen árabe, también en la Roma imperial cocinaban preparaciones similares. Ya en el s. IV, en libro de Re coquinaria de Marco Apicio se nos explica una receta para cocinar unas protoalbóndigas en una salsa que como no podía ser de otra manera… contiene garum. “Moled pimienta, aligustre, una pizca de pyretrum, añadid encima garum; rebajadlo con agua de cisterna cuando esté espeso; se vierte en una cacerola y se cuece a fuego lento con las albóndigas. Cuando el plato esté al vapor del fuego, servidlo para tomarlo tal cual.” Receta de albóndigas con hidrogarum (De Re Coquinaria, II,II).